«Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Esta mañana con la santa misa concluida en la basílica de San Pedro
ha concluido la Asamblea general ordinaria del los obispos sobre la
familia. Invito a todos a dar gracias a Dios por estas tres semanas de
trabajo intenso, animado por la oración y por un espíritu de verdadera
comunión. Ha sido fatigoso, pero un verdadero don de Dios, que dará
seguramente muchos frutos.
La palabra 'sínodo' significa 'caminar juntos'. Es la que hemos
vivido y ha sido la experiencia de la Iglesia en camino, en camino
especialmente con las familias del pueblo santo de Dios esparcido en
todo el mundo.
Por eso me ha impresionado la Palabra de Dios que hoy nos encuentra en la profecía de Jeremías:
'Yo los hago venir del país del Norte y los reuno desde los extremos de
la tierra; hay entre ellos ciegos y liciados, mujeres embarazadas y
parturientas: ¡es una gran asamblea la que vuelve aquí!'
Y el profeta añade: 'Habían partido llorando, pero yo los traigo
llenos de consuelo; los conduciré a los torrentes de agua por un camino
llano, donde ellos no tropezarán. Porque yo soy un padre para Israel'.
Esta palabra de Dios nos dice que el primero que quiere caminar con
nosotros, que quiere hacer 'sínodo' con nosotros es justamente Él,
nuestro Padre.
Su 'sueño' desde siempre y para siempre es el de formar un pueblo,
reunirlo, guiarlo hacia la tierra de la libertad y de la paz. Y este
pueblo está hecho de familias: están la 'mujer en cinta y la que da a
luz', es un pueblo que mientras camina va adelante con la vida, con la
bendición de Dios.
Es un pueblo que no excluye a los pobres y a los que están en
desventaja, más aún, los incluye. Dice el profeta: 'entre ellos está el
ciego y el cojo', dice el Señor.
Es una familia de familias en las cuales quien fatiga no se siente
marginado, dejado atrás, sino que logra llevar el paso con los otros,
porque este pueblo camina con el paso de los últimos; como se hace en
las familias, como nos enseña el Señor, que se ha hecho pobre con los
pobres, pequeño con los pequeños, últimos con los últimos. No lo ha
hecho para excluir a los ricos, a los grandes y a los primeros, sino
porque éste es el único modo de salvarlos también a ellos, para salvar a
todos. Ir con los últimos, con los excluidos y con los últimos.
Les confieso que esta profecía del pueblo en camino la he confrontado
también con las imágenes de los prófugos en marcha por los caminos de
Europa, una realidad dramática de nuestros días. También a ellos Dios
les dice: 'Partieron en el llanto, yo los haré regresar en medio de
consolaciones'. También estas familias que sufren, desplazadas de sus
tierras, estuvieron presentes con nosotros en el Sínodo, en nuestra
oración y en nuestro trabajo, a través de la voz de algunos de sus
Pastores presentes en la asamblea.
Estas personas que buscan dignidad, estas familias que buscan paz
están aún con nosotros, la Iglesia no las abandona porque son parte del
pueblo que Dios quiere liberar de la esclavitud y guiar a la libertad.
Por lo tanto en esta palabra de Dios, se refleja sea la experiencia
sinodal que hemos vivido, sea el drama de los prófugos en marcha por los
caminos de Europa. El Señor por intercesión de la Virgen María nos
ayude también a seguir las en estilo de fraterna comunión».
El papa Reza el ángelus y después dice:
«Queridos hermanos y hermanas, saludo a los fieles romanos y a los
peregrinos de diversos países. En particular a la Hermandad del Señor de
los Milagros de Roma. ¡Cuantos peruanos están en casa! Que con tanta
devoción ha traído en procesión la Imagen venerada en Lima, Perú, y en
donde hay emigrantes peruanos. Gracias por este testimonio.
Saludo a los peregrinos de la “Musikverein Manhartsberg” que
vienen de la diócesis de Viena, y a la orquesta de Landwehr de Friburgo
(Suiza), están allí, que ayer ha realizado un concierto de
beneficencia.
Saludo a la Asociación Voluntarios Hospedantes de 'San Juan' de Lagonegro; al grupo de la Diócesis de Oppidio Mamertina-Palmi.
Les deseo a todos un buen domingo, y les pido especialmente que no se
olviden de rezar por mi». Y concluyó con el «Buon pranzo e
arrivederci».
(Texto completo traducido desde el audio por ZENIT)
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