miércoles, 13 de febrero de 2013

MIÉRCOLES DE CENIZA



  • LA CENIZA, ¿POR QUÉ?
1) Porque era una forma que en la antigüedad servia para reconocer que el hombre sin Dios era como polvo. Que el hombre sin Dios, al morir, se vuelve polvo y no resucita a la vida eterna (Cfr. Job 42, 6).
2) Las personas se ponían un sayal que era un vestido corriente, feo y molesto, y sobre su cabeza se ponían la ceniza para manifestar que estaban arrepentidos de sus pecados y harían penitencia por ellos (Cfr. Est 4, 1)
3) Sabiendo que el pecador arrepentido no esta sólo pedían a Dios y a sus semejantes el perdón de sus ofensas y hacían constante oración. Toda la Iglesia oraba con ellos y por ellos para que durante la cuaresma pudieran cambiar a una vida mejor.
De acuerdo con el uso bíblico y litúrgico que se refleja en las mismas fórmulas actuales de imposición de ceniza:
“Arrepiéntete y cree en el Evangelio” (Cfr. Mc 1, 15) o : “Acuérdate que polvo eres y al polvo has de volver” (Gén 3,19), convendría tener en cuenta los siguientes aspectos:
1) La ceniza es símbolo de conversión; no se trata de hacer simples actos de mortificación, sino de lograr un cambio radical de la existencia humana, de la opción fundamental que da sentido a la vida, de las actitudes. Se trata de una conversión con su doble vertiente inseparable: vertical hacia Dios y horizontal hacia el prójimo.
2) La ceniza es símbolo de nuestra fragilidad y limitación humana. Ser consciente de que un día moriremos, implica el querer aprovechar nuestra vida para llevar a cabo el plan de Dios, el saber descubrir la verdadera escala de valores en nuestra existencia, el comprometernos para crear un mundo más humano, más justo y más cristiano.
3) La recepción de la ceniza es un acto personal y voluntario. Esto significa el movimiento personal de la conversión que se realiza bajo la gracia y la misericordia de Dios.
4) La imposición de la ceniza es también un acto eclesial. Se recibe en una celebración comunitaria, junto con otros miembros de la Iglesia. Es también toda la Iglesia quien intensifica en este periodo su estado de conversión y purificación.

 SOBRE EL AYUNO
Algunas personas querrían ayunar, pero nunca se encuentran con fuerzas para hacerlo. Aquí ofrecemos sugerencias de ayunos y abstinencias para que cada uno pueda ofrecer a Dios esta santa práctica. De las seis posibilidades que ofrecemos, unas son más duras y otras más leves. Lo importante es que cada uno vea qué está a la medida de sus posibilidades.

Salvo dos días en cuaresma, no es obligatorio ayunar. Pero la Iglesia nos anima a hacerlo. Las siguientes posibilidades ayudarán a que todos puedan unirse a la penitencia del ayuno o la abstinencia.

El ayuno tiene indudables efectos espirituales. Uno de ellos es que llena al alma de gusto por las cosas del Reino de los Cielos. Con una medida tan simple, es siempre sorprendente como el espíritu se fortalece.

Si quereis hacer también vosotros esta santa práctica que Jesús nos enseñó con su vida, sabed que a mi entender hay tres tipos de ayuno:

El ayuno eclesiástico: Es el de el Miércoles de Ceniza o el Viernes Santos. Consiste en hacer una sola comida normal en el día, y una frugal colación a la hora del desayuno y de la cena. Por ejemplo, una fruta, o un poco de pan, o un yogur.

El ayuno a pan: Consiste en hacer tres comidas al día, pero sólo a pan y agua.

El ayuno de la cena: Consiste en irse a la cama sin cenar. Este ayuno se puede hacer dos o tres veces a la semana. Pudiéndose tomar una fruta a la hora de la cena si se desea. Otras personas pueden preferir el ir al trabajo sin desayunar. Muchos os dirán que ir sin desayunar es una locura: que no se rinde, que después comes más, etc. Pero en las iglesias orientales ésta es una práctica común.

Este tercer ayuno es el más ligero de todos, y por tanto es un buen modo de comenzar esta práctica. Además, si vienen muchas tentaciones de romperlo, se puede huir. Es decir, se puede salir de casa a dar un paseo, o visitar a un amigo. En las grandes ciudades a veces hay iglesias con exposición del Santísimo Sacramento por la noche.

El ayuno lo hacemos por Dios. Lo importante es el agradecimiento de Dios, pero también tiene beneficios para el cuerpo. Sabed que una noche sin cenar, es medio kilo menos al levantaros por la mañana.
Si el ayuno parece una medida muy dura para empezar, se puede hacer penitencia practicando la abstinencia. Os ofrecemos tres formas de practicar la abstinencia.

Abstinencia de carne: No comer carne durante todo el día. También se puede practicar de forma más estricta, sólo comiendo vegetales ese día.

Abstinencia de pan: A algunas personas les resulta más sencillo abstenerse de pan e hidratos de carbonos, es decir, pastas y patatas. Este ayuno es recomendable para esas personas que ese día quieren perder algunas calorías.

Abstinencia de refrescos: No beber refrescos, ni café, ni nada que no sea agua. Otras personas pueden preferir el ofrecer la abstinencia de dulces. Otras pueden ofrecer el no comer nada entre horas.
 
*Tomado del Blog del Padre Fortea.
 

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