Héctor Valdivielso Sáez es uno de los ocho católicos que alcanzó la
corona del martirio durante la llamada Revolución de Asturias, poco
antes de la Guerra Civil Española. Nació en el barrio porteño de Boedo,
el 31 de octubre de 1910. El 26 de mayo de 1913 fue bautizado en la
antigua iglesia de San Nicolás de Bari, y en 1914 viajó junto a su
familia a España, donde se estableció en Briviesca.
A los 24 años de edad, convertido ya en hermano de La Salle fue
detenido, junto con sus compañeros, por los marxistas el 5 de octubre de
1934, en la escuela Nuestra Señora de Covadonga, del pequeño pueblo de
Turón, a 20 kilómetros de Oviedo, donde enseñaban a hijos de mineros.
Después de permanecer varios días en la "Casa del Pueblo", los siete
hermanos lasallanos y el padre pasionista que evangelizaba con ellos,
fueron llevados en la madrugada del 9 de octubre hasta el cementerio de
Turón, ante cuyas tapias los fusilaron los milicianos, sin acusación ni
juicio previo.
En la ceremonia de beatificación, el 29 de abril de 1990, Juan Pablo
II dijo que habían sido martirizados por "odium fidei", es decir, por
odio a la fe, y que aceptaron cristianamente el sacrificio antes de
renunciar a Cristo Jesús.
El historiador Vicente Cárcel Ortí, considerado el más autorizado
experto en el estudio de la persecución religiosa sufrida por España
entre 1931 y 1939, dice en su obra "Mártires españoles del siglo XX" que
los mártires de Turón "no fueron víctimas de una acción bélica, ni de
una represión política, sino que murieron a causa de la persecución
religiosa desatada dentro de un plan comunista de conquistar a España,
como señaló Gregorio Marañón al referirse a la llamada revolución de
Asturias de 1934. Luego, a partir de 1936, el plan se aplicó de manera
sistemática".
Para la canonización hizo falta comprobar un milagro atribuido a su
intercesión, que se produjo el mismo día de la beatificación, el 29 de
abril de 1990.
Rafaela Bravo Jirón, una joven nicaragüense de 24 años de edad, se
debatía entre la vida y la muerte en el hospital Berta Calderón, de
Managua, a consecuencia de un cáncer de útero. Los médicos apenas le
daban unas semanas de vida. El esposo de la joven, ex alumno de La
Salle, siguiendo el consejo del director del colegio donde había
estudiado, rezó dos novenas pidiendo a los mártires que intercedan.
En la noche del 29 de abril, Rafaela sintió unos dolores fortísimos
pero al día siguiente estaba totalmente curada. Las comisiones médicas
que estudiaron durante años el caso consideran que se trata de una
curación para la cual la ciencia no tiene explicaciones.
Rafaela Bravo no tuvo más síntomas ni molestias de ningún tipo desde entonces.
La ceremonia de canonización del beato argentino se realizó en el Vaticano el 21 de noviembre de 1999.
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