La Virgen de Fatima dijo que si la gente no dejaba de ofender a Dios, El castigaría al mundo severamente por medio de la guerra, el hambre y la persecución de la Iglesia, y la persecución del Santo Padre. Para evitar esos castigos, Nuestra Señora ofreció un remedio: Ella volvería a pedir la Consagración de Rusia a Su Inmaculado Corazón y la Comunión de Reparación de los Cinco Primeros Sábados. Si se atendían sus pedidos habría paz. Si no, Rusia esparciría sus errores por el mundo, causando guerras y persecuciones contra la Iglesia, el martirio de los buenos y la aniquilación de varias naciones. El Santo Padre sufriría mucho. Nuestra Señora dijo en Fátima que Dios quería establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María. Nuestra Señora dijo que muchas almas se salvarían del Infierno y que el aniquilamiento de naciones se evitaría si, a tiempo, se establece la devoción a su Inmaculado Corazón, principalmente a través de estos dos medios.
Cuando la Hermana Lucía preguntó a Nuestro Señor por qué no convertía a Rusia sin la solemne consagración pública, nombrando específicamente a esa nación, Jesús respondió:
Porque quiero que toda Mi Iglesia reconozca esa consagración como un triunfo del Inmaculado Corazón de María, para después extender su culto y poner, al lado de la devoción a Mi Sagrado Corazón, la devoción a este Corazón Inmaculado.
(1) La Consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María, en una ceremonia pública solemne, hecha por el Papa y todos los obispos del mundo, y
(2) La práctica de recibir la Sagrada Comunión (así como otros actos específicos de devoción, de alrededor de media hora de duración), en reparación por los pecados cometidos en contra de la Santísima Virgen María, los primeros sábados de cinco meses consecutivos--práctica conocida entre los Católicos como la devoción "del Primer Sábado".
(2) La práctica de recibir la Sagrada Comunión (así como otros actos específicos de devoción, de alrededor de media hora de duración), en reparación por los pecados cometidos en contra de la Santísima Virgen María, los primeros sábados de cinco meses consecutivos--práctica conocida entre los Católicos como la devoción "del Primer Sábado".
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