martes, 16 de julio de 2013

NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN

VIRGEN DEL CARMEN "PATRONA DEL SANTUARIO JESUS SACRAMENTADO".


Uno de estos signos exteriores que la Iglesia ha fomentado para secundarnos en nuestra condición cristiana es el escapulario. Escapulario viene de 'scápulae', hombros, espalda, en latín. Originalmente es una especie de poncho, cubriendo el pecho y el dorso, colocado a modo de delantal sobre los hábitos de los monjes o sobre las armaduras de los guerreros, para proteger a esas prendas de los desgastes del trabajo o del combate. Con el tiempo, dichos escapularios se transformaron en distintivos de las órdenes o llevaron los colores del señor para quién se combatía. 
 La devoción de la Virgen, Nuestra Señora del Carmen o del Carmelo, está unida pues en la piedad carmelita, al ascenso hacia Dios mediante el Hijo de María. Uno de los más grandes libros de la mística católica, escrito por un santo carmelita, San Juan de la Cruz, se llama precisamente " Subida al monte carmelo "
El escapulario más famoso y venerable de la historia de la Iglesia es el que, según la tradición, la Santísima Virgen entregó a los carmelitas, orden cuyo origen legendario se remonta al mismí­simo profeta Elías. Los carmelitas, desde entonces, siempre pensaron que, al ponérselo, se vestían con el atuendo de la Virgen. Color pardo, porque uniforme no de gala y ostentación sino de trabajo y de combate, expresa la actitud de alerta y de entrega que ha de tener todo servidor de la madre del Señor.
Pero recuerden aquellos que ya lo han recibido o quieran recibirlo. Ponerse el escapulario de combate de la Virgen –el mismo que vistieron sobre sus uniformes los soldados de San Martín que lucharon en Chacabuco y Maipú después de que su General nombrara a la Virgen del Carmen patrona y Generala del ejército de los Andes y le cediera su bastón de mando; el mismo que, junto con sus uniformes de soldados argentinos, está enterrado sobre los cuerpos de nuestros soldados muertos en las Malvinas- ponerse este escapulario –digo- que tantos santos carmelitas honraron con su vida, el manto mismo de la Virgen, no es solo ponerse bajo Su amparo, sino, con Ella, revestidos de Ella, compromiso de honor, de trabajo y de batalla.

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