El nombre del Carmen viene del Monte Carmelo o “Viña de Dios” que está en Israel.
Según el Libro de los Reyes, allí vivió el Profeta Elías con un grupo
de jóvenes, dedicados a la oración. Corría el año 300 a. C., y una gran
sequía asolaba la región; el Profeta subió a la montaña para pedir
lluvia y divisó una nube de luminosa blancura de la cual brotaba el agua
en abundancia; comprendió que la visión era un símbolo de la llegada
del Salvador esperado, que nacería de una doncella inmaculada para traer
una lluvia de bendiciones. Desde entonces, aquella pequeña comunidad se
dedicó a rezar por la que sería madre del Redentor, comenzando así la
devoción a Nuestra Señora del Carmen (o Carmelo).
En Argentina Chile y Peru: Esta devoción se difundió por toda Europa y contó con Santos de la
talla de San Juan de la Cruz y Santa Teresa; no es extraño que llegara a
América y acompañara el despertar a la fe de los originarios que la
veneraron desde mediados del siglo XVI. Ya en el siglo XVIII se
encuentra en Mendoza la imagen que hoy veneramos, pues don Pedro de
Núñez “caballero de gran fortuna y devoción”, donó la imagen y todo lo
necesario para el culto de la Virgen del Carmen. Primero estuvo en el
templo de los Padres Jesuitas estando fundada la Cofradía. En 1.776, a
raíz de la expulsión de la Orden, la imagen fue trasladada a San
Francisco, desde donde presidiría una de las más bellas jornadas de la
historia de nuestra patria.
Llega el año 1814, momento en el que San Martín hará de los pacíficos
habitantes de Cuyo, heroicos soldados forjadores de libertad, pero
ellos necesitarán una Madre que los ampare y de sentido a tanto
sacrificio. Es de todos conocida la profunda devoción que el Libertador
profesó a la Virgen y que lo hizo nombrarla Generala de su Ejército,
superando los respetos humanos de una época en la que el liberalismo
había impuesto la idea de que “la religión es asunto privado”. Tanta
importancia dio al tema, que lo decidió con su Estado Mayor, según dice
Espejo en su obra “El Paso de los Andes”. La devoción a la Virgen del
Carmen estaba muy arraigada en Cuyo y casi todos los soldados llevaban
su escapulario, por eso fue ella la que tuvo preferencia” dice, y más
adelante describe la brillante ceremonia (5 de enero de 1817) durante la
cual San Martín le entrega su bastón de mando, la nombra Generala, y
hace bendecir también la Bandera de los Andes, “saludada por dianas y la
banda con cajas y clarines, mientras rompía una salva de veintiún
cañonazos, ante el ejército de gran gala y todo el pueblo de Mendoza”.
Más tarde, después de sus triunfos, entregará definitivamente su bastón,
esta vez en el silencio que acompaña a todo lo grande y dejando aquella
conocida carta: ”la protección que ha prestado al Ejército de los Andes
su Patrona y Generala la Virgen del Carmen son demasiado visibles...”
Ambas reliquias, el bastón y la carta, se conservan hoy en el Camarín de
la Virgen, como mudos testigos de la parte que Ella tuvo en la grandeza
de alma de nuestro Libertador. Siendo Generala del Ejército Argentino,
junto a la banda, acompaña a la imagen nuestra bandera. Como así también
las banderas de Perú y Chile, al ser esta advocación Patrona de los 2
países vecinos.
Patrona del "Santuario Eucarístico Jesús Sacramentado"
Carmelitas Descalzas en Almagro : Monasterio Santa Teresa de Jesús
Patrona del "Santuario Eucarístico Jesús Sacramentado"
Carmelitas Descalzas en Almagro : Monasterio Santa Teresa de Jesús
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