Después de la multiplicación de los panes, la gente había iniciado a
buscar a Jesús y finalmente lo encuentra en Cafarnaún. Él entiende bien
el motivo de tanto entusiasmo por seguirlo y lo revela con claridad: “Me
buscan no porque han visto signos, sino porque han comido de aquellos
panes y se han saciado”.
En realidad esas personas lo siguen por el pan material que el día
anterior había saciado su hambre, cuando Jesús había realizado la
multiplicación de los panes. No habían entendido que ese pan partido
para tantos, para muchos, era la expresión del amor del mismo Jesús. Han
dado más valor a aquellos panes que a su donador.
Delante a esta ceguera espiritual, Jesús evidencia la necesidad de ir
más allá del don y descubrir al donador. Dios mismo es el don y el
donador. Y así en aquel pan, en aquel gesto, la gente puede encontrar a
Aquel que lo da, que es Dios.
Invita a abrirse a una perspectiva que no es solamente la de las
preocupaciones cotidianas: el comer, vestir, el éxito, la carrera. Jesús
habla de otro alimento, habla de un alimento que no se corrompe y que
es necesario buscar y acoger. Él exhorta: “Empéñense no por el alimento
que no dura, pero por el alimento que queda para la vida eterna y que el
Hijo del hombre dará. O sea busquen la salvación, el encuentro con
Dios.
Con estas palabras nos quiere hacer entender que más allá del hambre
físico el hombre lleva consigo otro hambre --todos tenemos este hambre--
un hambre más importante que no puede ser saciado con el alimento
normal. Se trata de hambre de vida, hambre de eternidad que solamente Él
puede satisfacer en cuanto es 'el pan de vida'.
Jesús no elimina la preocupación y la búsqueda del alimento
cotidiano, no, no elimina la preocupación de todo esto que puede volver
la vida más avanzada. Pero Jesús nos recuerda que el verdadero
significado de nuestra existencia terrena está al final en la eternidad,
está en el encuentro con Él, que es don y donador. Y nos recuerda
también que la historia humana con sus sufrimientos y sus alegría tiene
que ser vista en un horizonte de eternidad, o sea en aquel horizonte del
encuentro definitivo con Él.
Y este encuentro nos ilumina durante todos los días de nuestra vida.
Si pensamos a este encuentro, a este gran don, los pequeños dones de la
vida, también los sufrimientos, las preocupaciones serán iluminadas por
la esperanza de este encuentro. 'Yo soy el pan de vida, quien viene a mi
no tendrá más hambre y quien cree en mi no tendrá nunca sed. Esta es la
referencia a la Eucaristía, el don más grande que sacia el alma y el
cuerpo.
Encontrar y acoger en nosotros a Jesús, “pan de vida”, da significado
y esperanza en el camino habitualmente tortuoso de la vida. Pero este
'pan de vida' nos ha sido dado con una tarea: para que podamos saciar al
mismo tiempo el hambre espiritual y material de nuestros hermanos,
anunciando el Evangelio por todas partes.
Con el testimonio de nuestra actitud fraterna y solidaria hacia el
prójimo, volvamos presente a Cristo y su amor en medio de los hombres.
La Virgen Santa nos ayude en la búsqueda y en seguir a su hijo Jesús, el
pan verdadero, el pan vivo que no se corrompe y dura en la vida
eterna».
El papa ha rezado el ángelus y a continuación ha dicho las siguientes palabras:
«Queridos hermanos y hermanas, les dirijo mi saludo a todos ustedes, fieles de Roma y peregrinos de diversos países.
Saludo a los jóvenes españoles de Zizur Mayor, Elizondo y Pamplona, y
también a los italianos de Badia, San Matteo della Décima, Zugliano y
Grumolo Pedemonte. Y saludo la peregrinación a caballo de la
'Archicofradía Parte Guelfa' de Florencia.
Hoy se recuerda el perdón de Asís. Es un fuerte llamado para
acercarnos al Señor en el sacramento de la misericordia y también para
recibir la comunión. Hay gente que tiene miedo de acercarse a la
confesión olvidándose que allí no encontramos a un juez severo sino al
Padre inmensamente misericordioso.
Es verdad que cuando vamos al confesionario sentimos un poco de
vergüenza, y esto nos sucede a todos, a todos nosotros, pero tenemos que
recordar que también esta vergüenza es una gracia que nos prepara al
abrazo del Padre que siempre perdona y siempre perdona todo. A todos
ustedes les deseo un buen domingo. Y por favor no se olviden de rezar
por mi. 'Buon pranzo' y 'buona domenica'
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