sábado, 4 de abril de 2015

VIGILIA PASCUAL en Roma



El santo padre Francisco ha presidido esta noche la Vigilia Pascual
en Basílica de San Pedro. La celebración ha iniciado en el atrio de la
Basílica con la bendición del fuego y la preparación del cirio pascual.
Mientras la Basílica estaba completamente a oscuras, Francisco ha
caminado a lo largo del pasillo hasta llegar al altar llevando el cirio
en sus manos, hasta que finalmente, se han encendido las luces.





A esta parte de la liturgia, le ha seguido la liturgia de la
Palabra y la liturgia Bautismal, en la que el santo padre ha
administrado los sacramentos de iniciación cristiana --bautismo,
confirmación y después eucaristía-- a 10 catecúmenos, procedentes de
Italia, Portugal, Albania, Kenia y Camboya. La más joven tiene 13 años,
la mayor 67.  Esta noche, han concelebrado con el Papa 40 cardenales, 30
obispos y 350 sacerdotes


En esta noche de vigilia, ha dicho el Papa durante la homilía, nos
viene bien detenernos a reflexionar sobre la experiencia de las
discípulas de Jesús, que también nos interpela a nosotros. Así, el
Santo Padre ha observado que “para eso estamos aquí: para entrar en el
misterio que Dios ha realizado con su vigilia de amor”.


Por eso, Francisco ha afirmado que “no se puede vivir la Pascua sin
entrar en el misterio. No es un hecho intelectual, no es sólo conocer,
leer... Es más, es mucho más”. Además, el Papa ha subrayado que
“entrar en el misterio nos exige no tener miedo de la realidad: no
cerrarse en sí mismos, no huir ante lo que no entendemos, no cerrar los
ojos frente a los problemas, no negarlos, no eliminar los
interrogantes”.


Sin embargo, entrar en el misterio “significa ir más allá de las
cómodas certezas”, “más allá de la pereza y la indiferencia que nos
frenan, y ponerse en busca de la verdad, la belleza y el amor, buscar un
sentido no ya descontado, una respuesta no trivial a las cuestiones que
ponen en crisis nuestra fe, nuestra fidelidad y nuestra razón”.


Para entrar en el misterio --ha proseguido-- se necesita humildad, la
humildad de abajarse, de apearse del pedestal de nuestro yo. “Sin
adorar no se puede entrar en el misterio”, ha asegurado el Papa.


Y todo esto lo enseñan las mujeres discípulas de Jesús, ha
afirmado. La Virgen Madre, “las ayudó a no perder la fe y la
esperanza”. Así, “no permanecieron prisioneras del miedo y del dolor,
sino que salieron con las primeras luces del alba, llevando en las manos
sus ungüentos y con el corazón ungido de amor”. Por eso, Francisco ha
invitado a aprender de ellas a velar con Dios y con María, “para entrar
en el misterio que nos hace pasar de la muerte a la vida”.

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