lunes, 22 de diciembre de 2014

Papa Francisco felicitacion navideña a la cura romana 22 diciembre


VATICANO, 22 Dic. 14 / 10:33 am (ACI/EWTN Noticias).-
El Papa Francisco tuvo este lunes su encuentro anual con la Curia Vaticana para intercambiar las felicitaciones de Navidad y en su discurso advirtió que si bien “es hermoso pensar en la Curia Romana como en un pequeño modelo de la Iglesia”, esta también está expuesta a enfermedades que debilitan el servicio a Cristo.


En la Sala Clementina, Francisco dijo a los miembros de los dicasterios,
tribunales, consejos, oficinas y comisiones, que es hermoso pensar en
la Curia Romana como en un pequeño modelo de la Iglesia, “es decir como
un cuerpo que intenta día tras día ser más vivo, más sano y armonioso y
más unido entre sí y con Cristo”.


“La Curia está siempre llamada a mejorar y crecer en comunión, santidad y
sabiduría para realizar plenamente su misión. Y sin embargo, como cada
cuerpo, también está expuesta a las enfermedades... Me gustaría
mencionar algunas de las más frecuentes en nuestras vidas de curia. Son
enfermedades y tentaciones que debilitan nuestro servicio al Señor”,
dijo el Papa, que invitó al examen de conciencia para prepararse a la
Navidad y luego enumeró las quince enfermedades:


1 – ''La enfermedad de sentirse ‘inmortal’, ‘inmune’ o
incluso ‘indispensable’, dejando de lado los controles necesarios y
normales. Una Curia que no es autocrítica, que no se actualiza, que no
intenta mejorarse es un cuerpo enfermo... Es la enfermedad del rico
insensato que pensaba vivir eternamente y también de aquellos que se
convierten en amos y se sienten superiores a todos y no al servicio de
todos''.


2 – “La enfermedad de ‘martalismo’ (en referencia a
Marta), de la excesiva operosidad: es decir, de aquellos que están
inmersos en el trabajo, dejando de lado, inevitablemente, ‘la mejor
parte’: Sentarse a los pies de Jesús. Por eso, Jesús invitó a sus
discípulos a ‘descansar’ porque descuidar el necesario reposo conduce al
estrés y la agitación. El tiempo del reposo para aquellos que han
completado su misión, es necesario, es debido y debe tomarse en serio:
pasar un ‘tiempo de calidad’ con la familia
y respetar las vacaciones como un tiempo para recargarse espiritual y
físicamente; hay que aprender lo que enseña el Eclesiastés que ‘hay un
tiempo para todo’”.


3 –  ''La enfermedad del endurecimiento mental y espiritual:..
Es la de los que, a lo largo del camino, pierden la serenidad interior,
la vivacidad y la audacia y se esconden bajo los papeles convirtiéndose
en ‘máquinas de trabajo’ y no en ‘hombres de Dios’... Es peligroso
perder la sensibilidad humana necesaria para hacernos llorar con los que
lloran y se regocijan con los que gozan. Es la enfermedad de los que
pierden ‘los sentimientos de Jesús’”.


4 – ''La enfermedad de la planificación excesiva y el funcionalismo:
Es cuando el apóstol planifica todo minuciosamente y cree que haciendo
así, las cosas efectivamente progresan, convirtiéndose en un contador o
contable...Se cae en esta enfermedad porque siempre es más fácil y
cómodo quedarse en la propia posición estática e inmutable. De hecho, la
Iglesia se muestra fiel al Espíritu Santo en la medida en que no
pretende regularlo ni domesticarlo... Él es la frescura, la fantasía, la
innovación".


5 – ''La enfermedad de la mala coordinación: Sucede
cuando los miembros pierden la comunión entre sí y el cuerpo pierde la
funcionalidad armoniosa y la templanza convirtiéndose en una orquesta
que hace ruido porque sus miembros no cooperan y no viven el espíritu de
comunión y equipo''.


6 – ''La enfermedad de Alzheimer espiritual: Es decir,
la de olvidar la ‘historia de la salvación’ la historia personal con el
Señor, el ‘primer amor’. Es una disminución progresiva de las facultades
espirituales... Lo vemos en los que han perdido el recuerdo de su
encuentro con el Señor...en los que construyen muros alrededor de sí
mismos y se convierten, cada vez más, en esclavos de las costumbres y de
los ídolos que han esculpido con sus propias manos''.


7 – ''La enfermedad de la rivalidad y la vanagloria: Pasa cuando la apariencia, los colores de las ropas y las insignias de honor se convierten en el principal objetivo de la vida... Es la enfermedad que nos lleva a ser hombres y mujeres falsos y a vivir una ‘mística’ falsa y un falso ‘quietismo’”.


8 – ''La enfermedad de la esquizofrenia existencial: Es
la enfermedad de los que viven una doble vida, fruto de la hipocresía
típica de los mediocres y del progresivo vacío espiritual que ni grados
ni títulos académicos pueden llenar. Se crean así su propio mundo
paralelo, donde dejan a un lado todo lo que enseñan con severidad a los
demás y empiezan a vivir una vida oculta y, a menudo, disoluta''.


9 – ''La enfermedad de las habladurías, de la
murmuración, del cotilleo: Es una enfermedad grave que comienza con
facilidad, tal vez sólo para charlar, pero que se apodera de la persona
convirtiéndola en ‘sembradora de cizaña’ (como Satanás), y en muchos
casos en ‘asesino a sangre fría’ de la fama de sus colegas y hermanos.
Es la enfermedad de las personas cobardes que por no tener valor de
hablar a la cara, hablan a las espaldas''.


10 – ''La enfermedad de divinizar a los jefes: Es la
enfermedad de los que cortejan a los superiores, con la esperanza de
conseguir su benevolencia. Son víctimas del arribismo y del oportunismo,
honran a las personas y no a Dios. Son personas que viven el servicio
pensando sólo en lo que tienen que conseguir y no en lo que tienen que
dar. Personas mezquinas, infelices e inspiradas sólo por su egoísmo
fatal''.


11 – ''La enfermedad de la indiferencia hacia los demás:
Es cuando todo el mundo piensa sólo en sí mismo y pierde la sinceridad y
la calidez de las relaciones humanas. Cuando los más expertos no ponen
sus conocimientos al servicio de los colegas con menos experiencia.
Cuando, por celos se siente alegría al ver que otros caen en lugar de
levantarlos y animarlos”.


12 – ''La enfermedad de la cara de funeral: Es decir,
la de las personas rudas y sombrías, que consideren que para ser serios
hace falta pintarse la cara de melancolía, de severidad y tratar a los
demás - especialmente a aquellos considerados inferiores - con rigidez,
dureza y arrogancia. En realidad, la severidad teatral y el pesimismo
estéril son a menudo los síntomas del miedo y la inseguridad en sí
mismo”.


13 – ''La enfermedad de la acumulación: Cuando el
apóstol busca llenar un vacío existencial en su corazón acumulando
bienes materiales, no por necesidad, sino simplemente para sentirse
seguro... La acumulación solamente pesa y ralentiza el camino
inexorablemente”.


14 – ''La enfermedad de los círculos cerrados: Donde la
pertenencia al grupo se vuelve más fuerte que la del Cuerpo y, en
algunas situaciones que la de a Cristo mismo. También esta enfermedad
comienza siempre con buenas intenciones, pero con el paso del tiempo
esclaviza a los miembros convirtiéndose en ‘un cáncer’ que amenaza la
armonía del cuerpo y puede causar tanto daño - escándalos -
especialmente a nuestros hermanos más pequeños”.


15 – ''La enfermedad de la ganancia mundana, del
lucimiento: Cuando el apóstol transforma su servicio en poder, y su
poder en mercancía para conseguir beneficios mundanos o más poderes. Es
la enfermedad de la gente que busca insaciablemente multiplicar su poder
y para ello son capaces de calumniar, difamar y desacreditar a los
demás, incluso en periódicos y revistas. Naturalmente para lucirse y
demostrarse más capaces que los otros”.


“Hermanos – señaló Francisco -, tales enfermedades y tentaciones son
naturalmente un peligro para cada cristiano y cada curia, comunidad,
congregación, parroquia, movimiento eclesial y pueden golpear a nivel
individual y comunitario”.


Ante ello, aseguró que “solo el Espíritu Santo – el ánima del Cuerpo
Místico de Cristo, como lo afirma el Credo Niceno Constantinopolitano:
‘Creo…en el Espíritu Santo, Señor y vivificador-, sana toda enfermedad.
Es el Espíritu Santo que sostiene cada sincero esfuerzo de purificación y
toda buena voluntad de conversión. Él nos hace entender que cada
miembro participa en la santificación del cuerpo y a su debilitamiento”.


“La curación – indicó Francisco- es también fruto de la conciencia de la
enfermedad y de la decisión personal y comunitaria de curarse
soportando pacientemente y con perseverancia la cura”.


“Por lo tanto, en este tiempo de Navidad y todo el tiempo de nuestro
servicio y de nuestra existencia - a vivir ‘según la verdad en el amor,
intentando crecer en todo hacia aquel que es la cabeza, Cristo, de quien
todo el cuerpo, bien concertado, mediante la colaboración de todas las
coyunturas, según la energía propia de cada miembro, recibe fuerza para
crecer de manera de edificarse a sí mismo en la caridad’''.


''Una vez leí que los sacerdotes son como los aviones, son noticia sólo
cuando se caen, pero hay tantos que vuelan. Muchos los critican y pocos
rezan por ellos. Es una frase muy simpática, pero también muy cierta, ya
que describe la importancia y la delicadeza de nuestro servicio
sacerdotal y cuánto daño puede causar un sacerdote que ‘cae’ a todo el
cuerpo de la Iglesia''.


“Por lo tanto, para no caer en estos días que nos preparamos a la
Confesión, pidamos a la Virgen María, Madre de Dios y Madre de la
Iglesia, que sane las heridas del pecado que cada uno de nosotros lleva
en su corazón y sostenga a la Iglesia y a la Curia a fin de que seamos
sanos y resanados, santos y santificados, para la gloria de su Hijo y la
salvación nuestra y del mundo entero. Pidámosle que nos haga amar a la
Iglesia como la ama Cristo, su Hijo y Señor nuestro, y de tener el
coraje de reconocernos pecadores y necesitados de su Misericordia y de
no tener temor de nuestra mano entre sus manos maternas”, concluyó.

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