La impresionante entrada del cirio pascual en la basílica de San Pedro a oscuras
dio inicio a las 20.30 horas a la liturgia del Sábado Santo, la Vigilia
Pascual, que bajo la presidencia del Papa Francisco se prolongó durante
dos horas y media. Un tiempo colmado de ritos y simbolismos que incluyó
los sacramentos del bautismo y la confirmación para diez nuevos
cristianos.
Se trata de diez catecúmenos de edades comprendidas entre 8 y 58 años (dos niños, un adolescente, seis adultos en torno a la treintena y un adulto cercano a los sesenta) y procedentes de Italia (cinco), Francia, Líbano, Senegal, Vietnam y Bielorrusia, ocho hombres y dos mujeres, que se presentaron acompañados de sus padrinos y fueron investidos de la capa blanca que representa la pureza que deberán conservar hasta el momento de su muerte y con la que se acercaron a recibir también la Primera Comunión al finalizar la cuarta parte de la ceremonia, la liturgia eucarística.
"Volved a Galilea"
La breve homilía de Francisco glosó el Evangelio del día, en el que las mujeres acuden a la tumba de Jesús y la encuentran abierta. Allí el ángel les dice que acudan a Galilea, y por el camino reciben del mismo Cristo idéntica orden.
Ese "volved a Galilea" para allí le vean los apóstoles fue el leit motiv de la predicación del pontífice, quien la acompañó reiteradamente de las obras palabras del Señor en ese momento: "No temáis", "no tengáis miedo".
"Es una voz que anima a abrir el corazón para escuchar este anuncio", justo cuando "los discípulos se habían dispersado y su fe se había deshecho, derrumbadas las certezas, muertas las esperanzas". Entonces "el anuncio increíble se presentó como un rayo de luz en la oscuridad, porque Jesús había resucitado como había dicho".
Pero Francisco quiso ampliar el sentido de esa "Galilea" para cada uno de nosotros, porque "Galilea es el lugar de la primera llamada, donde todo se inició, donde a la orilla del lago había pasado Jesús mientras los pescadores arreglaban las redes y les había llamado".
"Volver a Galilea quiere decir releer todo a la luz de la Cruz y de la victoria, sin miedo: releer toda la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las defecciones, incluso la traicion. Releer todo a partir del final, que es un nuevo comienzo de este acto supremo de amor", proclamó.
La Galilea de cada uno: volver al primer encuentro
Y añadió, como centro de su mensaje: "También para cada uno de nosotros hay una Galilea, el origen del camino con Jesús. Ir a Galilea significa algo muy bello, singifica para nosotros redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana, significa volver a ese punto incandescente donde la gracia de Dios me tocó al principio del camino, porque con esa chispa puedo encender el hoy y llevar la luz a mis hermanos", en una "alegría humilde, buena y serena".
"En la vida del cristiano, después del bautismo hay una Galilea más existencial, la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a seguirle y a particioar en su mision. Volver a Galilea significa custodiar en el corazón la memoria viva de esa llamada, del momento en el que sus ojos se cruzaron con los míos, el momento en el que me hizo sentir que me amaba... En esta noche cada uno debe preguntarse cuál es mi Galilea, e ir atrás en el pensamiento y en el recuerdo... Es volver al primer amor para recibir el fuego que Jesucristo ha encendido en el mundo y llevarlo a los confines de la tierra", dijo el Papa.
Y concluyó con una oración: "Señor, ayúdame, dime cuál es mi Galilea. Sabes que quiero volver alli para encontrarte y dejarme abrazar por tu misericordia".
Concluida la misa, el Papa reiteró el mensaje antes de desear a los presentes una "buena y santa Pascua" y cantar ante la imagen de la Virgen el Regina Coeli.
Se trata de diez catecúmenos de edades comprendidas entre 8 y 58 años (dos niños, un adolescente, seis adultos en torno a la treintena y un adulto cercano a los sesenta) y procedentes de Italia (cinco), Francia, Líbano, Senegal, Vietnam y Bielorrusia, ocho hombres y dos mujeres, que se presentaron acompañados de sus padrinos y fueron investidos de la capa blanca que representa la pureza que deberán conservar hasta el momento de su muerte y con la que se acercaron a recibir también la Primera Comunión al finalizar la cuarta parte de la ceremonia, la liturgia eucarística.
"Volved a Galilea"
La breve homilía de Francisco glosó el Evangelio del día, en el que las mujeres acuden a la tumba de Jesús y la encuentran abierta. Allí el ángel les dice que acudan a Galilea, y por el camino reciben del mismo Cristo idéntica orden.
Ese "volved a Galilea" para allí le vean los apóstoles fue el leit motiv de la predicación del pontífice, quien la acompañó reiteradamente de las obras palabras del Señor en ese momento: "No temáis", "no tengáis miedo".
"Es una voz que anima a abrir el corazón para escuchar este anuncio", justo cuando "los discípulos se habían dispersado y su fe se había deshecho, derrumbadas las certezas, muertas las esperanzas". Entonces "el anuncio increíble se presentó como un rayo de luz en la oscuridad, porque Jesús había resucitado como había dicho".
Pero Francisco quiso ampliar el sentido de esa "Galilea" para cada uno de nosotros, porque "Galilea es el lugar de la primera llamada, donde todo se inició, donde a la orilla del lago había pasado Jesús mientras los pescadores arreglaban las redes y les había llamado".
"Volver a Galilea quiere decir releer todo a la luz de la Cruz y de la victoria, sin miedo: releer toda la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las defecciones, incluso la traicion. Releer todo a partir del final, que es un nuevo comienzo de este acto supremo de amor", proclamó.
La Galilea de cada uno: volver al primer encuentro
Y añadió, como centro de su mensaje: "También para cada uno de nosotros hay una Galilea, el origen del camino con Jesús. Ir a Galilea significa algo muy bello, singifica para nosotros redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana, significa volver a ese punto incandescente donde la gracia de Dios me tocó al principio del camino, porque con esa chispa puedo encender el hoy y llevar la luz a mis hermanos", en una "alegría humilde, buena y serena".
"En la vida del cristiano, después del bautismo hay una Galilea más existencial, la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, que me ha llamado a seguirle y a particioar en su mision. Volver a Galilea significa custodiar en el corazón la memoria viva de esa llamada, del momento en el que sus ojos se cruzaron con los míos, el momento en el que me hizo sentir que me amaba... En esta noche cada uno debe preguntarse cuál es mi Galilea, e ir atrás en el pensamiento y en el recuerdo... Es volver al primer amor para recibir el fuego que Jesucristo ha encendido en el mundo y llevarlo a los confines de la tierra", dijo el Papa.
Y concluyó con una oración: "Señor, ayúdame, dime cuál es mi Galilea. Sabes que quiero volver alli para encontrarte y dejarme abrazar por tu misericordia".
Concluida la misa, el Papa reiteró el mensaje antes de desear a los presentes una "buena y santa Pascua" y cantar ante la imagen de la Virgen el Regina Coeli.
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